La guerra contra los piratas del
subdesarrollo y la miseria está convirtiéndose en un aparente sustituto de la
guerra al terrorismo, doctrina ya agotada para los propósitos del complejo
industrial militar. Los mal vestidos y peor armados piratas se han
convertido en un nuevo objetivo militar que saca de su aburrimiento a la Real
Marina Inglesa y a las ociosas fuerzas navales de una veintena de naciones
poderosas, desde Estados Unidos a China, empeñadas ahora en combatir a un
puñado de hambrientos que viven en un atraso similar al de Haití.
Somalia es un país que hace casi dos
décadas carece de guardacostas, desde que las guerras civiles (inducidas por
las potencias occidentales) hicieron colapsar su sistema de gobierno. La
injerencia de los países desarrollados promovió guerras civiles en todo el
Cuerno de África en búsqueda de minerales lucrativos, fingiendo exportar la
democracia o un afán civilizador.
La piratería de hoy en Somalia es una actividad desesperada de
sobrevivencia mediante cobro de peaje e impuestos a los depredadores. El
gobierno de este país del Cuerno de África colapsó en 1991. Desde entonces sus
9 millones de habitantes han estado sumergidos en el hambre y muchas de las
fuerzas más feas del mundo occidental han visto esto como una gran oportunidad
para robar las fuentes de aprovisionamientos de alimentos del país y descargar basura nuclear en sus mares.
Tan pronto como se fue el gobierno, en la costa de Somalia comenzaron a
aparecer misteriosos barcos europeos descargando enormes barriles en el océano.
La población costera comenzó a enfermarse. Primero sufrieron erupciones
extrañas, náuseas y aparecieron bebés malformados. Y después, el tsunami de
2005 hizo flotar cientos de barriles que las olas lavaron en las playas. La
gente comenzó a sufrir enfermedades producidas por la radiación y murieron más
de 300 personas.
Ahmedou Ould-Abdallah, enviado de ONU
a Somalia, comento en una entrevista al periodista
británico Johann Hari: Alguien está descargando aquí material nuclear.
También hay metales pesados, tales como cadmio y mercurio. Mucho de este
material se puede rastrear en hospitales y fábricas europeas, donde se lo
entregan a la mafia italiana para desaparecerlo a bajo precio. Cuando Hari le
preguntó a Ould-Abdallah qué hacían los gobiernos europeos sobre esto, le
respondió con un suspiro: Nada. No hubo limpieza, ninguna compensación ni
prevención.
Al mismo tiempo, otras naves euro/estadounidenses han estado saqueando
la biodiversidad de sus mares y alimentación. Los barcos rastreadores que pescan ilegalmente en los mares
desprotegidos de Somalia se han robado cientos de millones de dólares anuales
de atún, camarón, langosta y otras formas de vida marina. Los pescadores
locales perdieron repentinamente el sustento y ahora padecen hambre.
En este contexto aparecieron los hombres
a quienes se ha estado llamando piratas. Cada uno está de acuerdo en que antes
fueron simples pescadores somalíes, hombres de pesca ordinarios, que ahora
consiguieron lanchas rápidas para intentar disuadir a los descargadores de
basura y a los barcos rastreadores o, por lo menos, aplicarles algún impuesto. Se llaman a sí mismos Guardacostas
Voluntarios de Somalia y es duro entender por qué: uno de los líderes pirata,
Sugule Ali, dijo que su motivo era detener la pesca ilegal y la descarga en
nuestras aguas? No nos consideramos bandidos del mar. Consideramos bandidos del mar a quienes
pescan ilegalmente y descargan en nuestros mares, botan basura en nuestras
aguas y portan armas en nuestros mares.
El sitio somalí independiente de noticias WardherNews condujo la
mejor investigación disponible sobre qué están pensando los somalíes comunes y
corrientes y encontró que el 70% apoya fuertemente la piratería como forma de
defensa nacional de las aguas territoriales del país. Durante la guerra
revolucionaria en EEUU, George Washington y lospadres fundadores pagaron a los
piratas para que protegieran las aguas territoriales de EEUU de América, porque
no tenían ninguna marina de guerra o guardacostas propios. La mayoría de los
americanos los apoyaron. ¿Es esto tan diferente?
¿Esperan que los somalíes que
mueren de hambre se instalen pasivamente en sus playas, revolcándose en
basura nuclear y observen cómo les arrebatan sus peces para comérselos en
restaurantes de Londres, París y Roma?