Mirada desde arriba, la aglomeración de miles de manifestantes en la Plaza Tahrir en El Cairo
tiene una forma peculiar: en medio de la multitud hay un círculo,
rodeado por un corredor sin gente. Ahí es donde se distinguen algunos
puntos amarillo fluorescente. Más allá, la masa.
El círculo está compuesto por mujeres. Y en el pasillo, los hombres
de amarillo son guardias voluntarios dispuestos a protegerlas, al igual
que el primer cordón de hombres de la masa posterior.
Y es que mientras el mundo centra su atención en las consecuencias políticas de la toma de las calles por millones de personas en Egipto, se están sucediendo una serie de episodios que han pasado prácticamente desapercibidos por el mundo; las agresiones sexuales que una y otra vez sufren a manos de turbas de hombres las mujeres y las niñas que protestan en los alrededores de la plaza Tahrir.
Para las mujeres en Egipto , protestar puede ser un gran riesgo: Testimonios de mujeres atrapadas en las manifestaciones, supervivientes
de protestas anteriores y personas que intentaron ayudar, relatan una
terrible secuencia: decenas, cuando no centenares de hombres rodean a
sus víctimas, les arrancan la ropa y el velo, les bajan las cremalleras
de los pantalones y les manosean los pechos y el trasero, empleando con
frecuencia palos, cuchillas y otras armas para llevar a cabo sus
ataques.
Tras la repetición de estos aterradores ataques por hordas de hombres, se procedió a crear la Operación contra la Agresión y el Acoso (OpAntiSH), una iniciativa emprendida por varias organizaciones de derechos humanos,
grupos y particulares en Egipto junto con el voluntariado de Guardaespaldas de Tahrir para combatir el acoso y las agresiones
sexuales.
El problema del abuso sexual en Egipto no es nuevo, lo que ha cambiado es el nivel de violencia mostrado, lo que
a suscitado la sospecha en algunos sectores de la sociedad egipcia pues más allá
del problema social que existe desde hace tiempo en Egipto con respecto
al abuso sexual de las mujeres, algunos de los asaltos en la plaza
Tahrir están orquestados para sembrar terror; hay una teoría que dice que si quieres romper una sociedad tienes
que empezar por las mujeres, porque si lo haces así los hombres tendrán
miedo.
Ante estos hechos cabe destacar que las denuncias de acoso sexual y las
agresiones, no sólo han sido dejadas de lado y no han sido tomadas en
serio por el gobierno, sino que además, aquellos que tratan de presentar
una denuncia contra la violencia sexual, a menudo deben soportar
insultos y burlas, y en algunos casos, incluso el acoso. El régimen
actual continúa la tradición del régimen de Mubarak y del Consejo
Supremo de las Fuerzas Armadas (SCAF) al usar la violencia sexual como
forma de tortura y aterrorizar con ello a hombres y mujeres en las
cárceles y comisarías de policía.
Pero independientemente de quienes son los agresores y de los factores
sociales o políticos que pueden motivarlos, está claro el
tema de los abusos sexuales no se está teniendo en cuenta con la
gravedad que le corresponde, ni por los políticos, ni por los
funcionarios de seguridad ni por la sociedad egipcia en general.